“… Si somos americanos,
no miraremos fronteras,
cuidaremos las semillas,
miraremos las banderas…”
Si Somos Americanos
Rolando Alarcón
Las opiniones son divergentes, hay personas que están a favor de la producción de los cultivos transgénicos, ya que los ven como “la fórmula” para potenciar la agricultura, no obstante, para otros, constituye un peligro para la salud y la biodiversidad.
A mi parecer es necesario tener una opinión al respecto, y para poder decir con autoridad si uno se encuentra a favor o en contra de los cultivos transgénicos es necesario informarse.
Se habla mucho de los transgénicos, pero a mi parecer, a nivel general no se sabe, o no se tiene muy claro que es un organismo transgénico, cual es su importancia y cuál es la situación en Chile.
No siendo experta en la materia, les puedo comentar que un organismo transgénico es, un organismo genéticamente modificado a través de la ingeniería genética, en palabras sencillas, es aquel alimento (A) al cual se le incorporó genes de otro organismo (B), con el fin de producir características específicas de (B) en (a), por ejemplo, incremento de productividad, resistencia a plagas, resistencia a herbicidas, resistencias al frío, resistencia a la sequía, etc.
Por lo tanto, no es lo mismo que la “domesticación” (proceso por el cual se selecciona un individuo que presenta características determinadas y se multiplica a modo de conseguir una variedad determinada, con características específicas y deseadas).
No todo es color de rosas
Algunos de los puntos más importantes evaluados por los detractores:
1. La producción de este tipo de alimentos involucra daños a la salud.
El estado de la salud del agricultor, principalmente con la aparición de alergias, además con respecto al cambio del perfil nutricional, dilución del acervo energético y difusión de resistencias a antibióticos.
Resistencia a antibióticos: en muchos de los casos la inserción del ADN foráneo se hace a través de “marcadores de resistencia a antibióticos”.
Desde 1998 la FDA exige que la industria genere plantas sin este tipo de marcadores en el producto final, sin embargo, para los detractores la preocupación radica a que en el proceso podría ocurrir una “transferencia horizontal” de estos genes a otras especies, como por ejemplo, a las bacterias presentes en el suelo (rizosfera), o las presente en el intestino de animales y humanos, pudiendo dar lugar a la aparición de resistencias a bacterias patógenas de importancia clínica.
Las personas que están a favor de este tipo de organismos argumentan que existen muchos elementos que limitan la transferencia de ADN del producto transgénico a otros organismos, por ejemplo que el consumo del alimento degrada el ADN por medio del proceso de digestión, por otro lado, las bacterias del medio ambiente tienen mecanismos especiales para mantener su estabilidad genética, como enzimas de restricción que degradan el ADN que podría transformarlas, no llegando a ser afectadas por este ADN exógeno.
Experiencias científicas han demostrado en ratones que el “M13 ADN” se ha encontrado en fluidos sanguíneos, e incluso se ha observado su paso a través de la barrera placentaria. Además, se ha demostrado que el “gen epsps” de soya transgénica sigue intacto en el intestino.
También se ha discutido el posible efecto alergénico de estos Organismos Genéticamente Modificados (OGM), ya que un alimento “supuestamente inocuo” podría presentar reacciones alérgicas en individuos susceptibles al ADN exógeno.
Hay otros estudios que le adjudican cierta toxicidad a los productos transgénicos, provocando un errático accionar de la actividad hepática, pancreática y testicular.
2. La producción de este tipo de alimentos involucra daños ambientales, a través de la contaminación bacterial y por el polén.
El estado medioambiental del ecosistema aledaño al cultivo. La producción de cultivos transgénicos afecta a la biodiversidad y el sello natural y de origen del país, y pone en peligro a la agricultura orgánica a través de la contaminación de sus semillas.
3. La producción de este tipo de alimentos involucra daños económicos, sociales y problemas legales y éticos.
Los OGM tienen derechos de propiedad intelectual y/o patentes, las cuales deben ser canceladas al propietario creador de dicho organismo o alimento transgénico, por otro lado, muchos de los organismos modificados poseen una inhibición de la germinación de las semillas de ese OGM, impidiendo la obtención de semillas directamente de las plantas transgénicas (práctica muy habitual por los agricultores).
La opinión de la FAO de los alimentos genéticamente modificados:
“Hasta la fecha, los países en los que se han introducido cultivos transgénicos en los campos no han observado daños notables para la salud o el medio ambiente. Además, los granjeros usan menos pesticidas o pesticidas menos tóxicos, reduciendo así la contaminación de los suministros de agua y los daños sobre la salud de los trabajadores, permitiendo también la vuelta a los campos de los insectos benéficos. Algunas de las preocupaciones relacionadas con el flujo de genes y la resistencia de plagas se han abordado gracias a nuevas técnicas de ingeniería genética.
Sin embargo, que no se hayan observado efectos negativos no significa que no puedan suceder. Los científicos piden una prudente valoración caso a caso de cada producto o proceso antes de su difusión, para afrontar las preocupaciones legítimas de seguridad.”
La opinión de la OMS (Organización Mundial de la Salud)
“Los diferentes organismos OGM (organismo genéticamente modificados) incluyen genes diferentes insertados en formas diferentes. Esto significa que cada alimento GM (genéticamente modificado) y su inocuidad deben ser evaluados individualmente, y que no es posible hacer afirmaciones generales sobre la inocuidad de todos los alimentos GM. Los alimentos GM actualmente disponibles en el mercado internacional han pasado las evaluaciones de riesgo y no es probable que presenten riesgos para la salud humana. Además, no se han demostrado efectos sobre la salud humana como resultado del consumo de dichos alimentos por la población general en los países donde fueron aprobados. El uso continuo de evaluaciones de riesgo según los principios del Codex y, donde corresponda, incluyendo el monitoreo post comercialización, debe formar la base para evaluar la inocuidad de los alimentos GM.”
Hay diversos grupos opuestos a los alimentos transgénicos (ecologistas, algunos científicos, políticos, asociaciones de derechos del consumidor, etc.) donde se exige, como medida N° 1 el etiquetaje de los alimentos, de esta forma poder discriminar entre un alimento transgénico y uno no modificado genéticamente.
¿Qué pasa en Chile?
Desde 1996 hasta comienzos de este año Chile, permitía solo la producción de semillas para exportar (no para consumo interno), sin embargo, el actual Gobierno reimpulsó la iniciativa legal para abrir el mercado a esta “nueva tecnología”. Ese mismo año Chile adhirió a la organización intergubernamental Unión Internacional para la Protección de Obtenciones Vegetales (UPOV); donde regía la UPOV 1978.
En Chile hay alrededor de 20 mil hectáreas con este tipo de siembras, pero la ley no obliga a indicar la ubicación exacta de estos cultivos, ya que de esta forma se “protege” la propiedad intelectual y se evitan ataques por parte de detractores.
El año 2006 se presentó un proyecto de ley sobre bioseguridad de Vegetales Genéticamente Modificados (CGM) por parte de los senadores en ejercicio Alberto Espina (RN), Andrés Allamand (RN), Juan Antonio Coloma (UDI), Eduardo Frei (DC) y Fernando Flores (Chile Primero).
Esta iniciativa permitía el cultivo y la comercialización de organismos transgénicos en el país. Luego de dos años fue aprobado en primer trámite por el Senado, sin embargo, ese mismo año, el proyecto quedó con su trámite congelado.
En marzo de este año, el Ministerio de Agricultura envió una indicación sustitutiva firmada por: José Antonio Galilea (Ministro de Agricultura), Juan Andrés Fontaine (M. de Economía), María Ignacia Benítez (M. de Medio Ambiente), Jaime Mañalich (M. de Salud) y por el Presidente, Sebastián Piñera, cuyo objetivo es entregar a los agricultores herramientas competitivas para que la producción se equipare a países como Argentina, Canadá y Estados Unidos, por ejemplo, abaratando costos de producción (por lo menos un 5%).
El 17 de abril de 2011 la iniciativa comenzó a ser revisada de manera conjunta por la comisión de Agricultura, Medio Ambiente y Salud.
La semana pasada la cámara Alta aprobó por mayoría la UPOV 91, que corresponde a la última actualización de la UPOV (13 votos a favor, 5 en contra y 6 abstenciones), y ahora será enviado al Presidente para que lo ratifique (fue aprobado por las comisiones de agricultura y de relaciones Exteriores).
Lamentablemente esto pasó casi inadvertido producto a que los medios de comunicación estaban centrados fuertemente en las movilizaciones en contra de Hidroaysen, sin producirse un debate a la altura que se merece un tema tan importante como éste.
Resumen de las votaciones:
A favor: Carlos Cantero (Antofagasta, Independiente), Francisco Chahuán (Valparaíso, RN), Alberto Espina (Araucanía, RN), José García (Araucanía, RN), Carlos Kuschel (Los Lagos, RN), Carlos Larraín (Los Ríos, RN), Baldo Prokurica (Atacama, RN), Hernán Larraín (Maule, UDI) Juan Antonio Coloma (Maule, UDI), Pablo Longueira (Metropolitana, UDI), Jovino Novoa (Metropolitana, UDI), Jaime Orpis (Tarapacá, UDI) y Eugenio Tuma (Araucanía, PPD) .
Abstención: Antonio Horvath (Aysén, RN), Camilo Escalona (Los Lagos, PS), Juan Pablo Letelier (O’Higgins, PS), Hossain Sabag (Bío Bío, PDC), Patricio Walker (Aysén, PDC) y Andrés Zaldívar (Maule, PDC)
En contra: José Antonio Gómez (Antofagasta, PRSD), Jorge Pizarro (Coquimbo, PDC), Jaime Quintana (Araucanía, PPD), Ximena Rincón (Maule, PDC) y Alejandro Navarro (BíoBío, MAS)
El Senador José García Ruminot (RN) comentó que el UPOV 91 “pertenece a una serie de instrumentos a nivel internacional que apuntan a proteger los derechos de autor y no afectará a los productores nacionales”, agregó que si Chile no se adhiere a este convenio puede ser sancionado por instancias internacionales, ya que los TLC con E.E.U.U., Japón y la U.E. así lo estipulan.
El Senador RN Carlos Larraín puntualizó que “con la ratificación del proyecto no se verán afectados nuestros agricultores nacionales y no desaparecerán las especies nativas”.
Sin embargo todo lo anterior, tanto Brasil, como Argentina han adherido al UPOV 78, pero no al UPOV 91, sin que ello signifique o haya traído como consecuencia una sanción por la no adherencia.
Este convenio tiene diversos detractores ya que privatiza las semillas chilenas e impide que los productores campesinos, agricultores indígenas y rurales guarden semillas, rompiendo con la lógica del cultivo tradicional, y permite la venta a través de grandes transnacionales de semillas híbridas y transgénicas en el país.
En resumen, el Senado aprobó vender y/o entregar las patentes de todo tipo de semillas Chilenas a la empresa Norteamericana Monsanto (empresa peor evaluada en el mundo en el año 2010) y otras multinacionales…